Las sorpresas de la vida

La vida te puede sorprender muchas veces a lo largo de tu recorrido en ella, pero, ¿cómo nos sorprende? Nos puede sorprender de dos maneras, positiva y/o negativamente.

Antes de empezar a escribir, vamos a entender el concepto,  ¿Qué es sorprender o que significa que una cosa nos sorprenda? Bien, pues sorprender es experimentar una alteración emocional cuando pasa algún hecho que no esperábamos o no estaba previsto.  

Muchas veces nos pasan hechos amargos o no deseados, pero no podemos hundirnos porque tengamos una mala racha o la vida sea complicada. Hay muchísimas razones por las que luchar, por las que levantarte, por las de no rendirte, por las que otras personas dependen de ti, pero no es fácil, nada es fácil; vivir es un hecho muy frágil, en que si te caes te puedes romper, cómo una simple copa de cristal. En ocasiones, nos sentimos solos, tristes e pequeños, con muchos problemas a nuestro alrededor y te sientes impotente porqué no puedes hacer nada. Imaginaos a todas esas familias que viven en la calle, que la madre tenga que escuchar de la boca de sus hijos: “Mamá, tengo hambre. ¿Hoy vamos a comer?”. Se me rompe el alma, ves en los ojos de la mujer, la desesperación, la tristeza; si nos pusiéramos en su piel, sólo por un minuto, sabríamos cómo se siente y lo que es luchar inútilmente para al final del día, tener tres manzanas que comer entre 5 personas. Es indignante.

Recuperando el hilo, pueden pasarnos cosas malas, pero también cosas buenas. Seguro que alguna vez en la vida, has conocido a alguien que te trataba de maravilla, pero al poco tiempo te traicionó, o te diste cuenta que esa persona no te convenía; o justo al contrario, te pensabas que era una persona que no ibais a intimar y a día de hoy, es una de las personas más importantes en tu vida, y es que es así, la vida te está sorprendiendo constantemente, sin que se lo pidas, sin que te lo esperes, sin saber en qué momento ocurrirá, sin explicaciones.

Hace poco, conocí a una persona muy especial, en el primer instante pensé que sólo sería un conocido más en mi vida, pero no sé cómo, me hizo cambiar de opinión, a poco a poco, después pensé que sólo sería un amigo, y otra vez hizo que pensara diferente, quien sabe; ahora es imprescindible en mi vida, lo necesito. Me sorprendió la capacidad que tuvo de entrar en mi vida, como si de un tornado se tratara, arrasó todo lo que había en mi mente nublada. Y algunos os preguntaréis, ¿Porqué confiaste en un desconocido? Os responderé; confié en alguien que no conocía sólo por el hecho de que aún no me había fallado, soy de ésas personas que si necesitas ayuda, te voy a ayudar; si necesitas un consejo, te lo voy a dar; sea lo que sea, siempre voy a estar ahí a tu lado, hasta que me hacen daño o se aprovechan de mi. Muchas veces me han dicho que tengo que protegerme más, porque si no me harán mucho daño, es verdad, y me ha pasado muchas veces, pero no puedo evitar ser cómo soy, si actúo de esta manera es porque me he criado así, en una situación en que debía ser así, sin decir nada, sin quejarme.

Si eres buena persona, empática, sociable, simpática, divertida, que se preocupa por los demás, etc. estás creando enemigos, ya que la gente no cree que pueda existir gente buena en el mundo, o piensa que te comportas así de manera interesada, o que al final les acabarás haciendo daño, cuando en realidad no es ninguna de esas situaciones.

Dejemos a un lado los prejuicios, seamos más empáticos y ayudemos mas a los que están a nuestro alrededor; quizá nos equivoquemos, salgamos mal parados, heridos.. pero prefiero mil veces intentarlo y salir dañada yo, que no hacer nada y ver como se consumen las personas cercanas a ti. Puede que te equivoques, si, pero si no lo intentas nunca sabrás lo que hubiera pasado, si no haces el primer paso, nadie lo hará. Si no demuestras que vale la pena ser buena persona, la sociedad se volverá dañina y peligrosa. Prefiero ser buena persona y caerme las veces que haga falta y aprender, que rendirme y volverme mala, porque si te rindes escoges el camino fácil, ser mala es fácil; yo prefiero ser buena y pasar por lo que tenga que pasar, ya que en esta vida nada, absolutamente nada es fácil.

El otro día, me contaron una historia muy bonita que deseo compartir con vosotros:

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas, ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado, el joven se sintió más orgulloso aún y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo lugar. De pronto un anciano se acercó y dijo:
- ¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?
Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos, y éstos habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo puede decir que su corazón es más hermoso? Pensaron. El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado se echó a reír.

- Debes estar bromeando dijo, comparar tu corazón con el mío ... el mío es perfecto, en cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.

- Es cierto - dijo el anciano - tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... mira, cada cicatriz representa una persona a la cuál entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado, muchos, a su vez me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuáles me alegro, porque me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo oportunidades, en las cuáles entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgado pero, a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez, arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
 

Con ésta historia tenemos mucho que reflexionar, bien cierto es que te arriesgas, pero no importa si pierdes, porqué hay cosas en este mundo que son más importantes. No esperes nada de nadie, tienes que dar, ayudar, acompañar o simplemente estar presente, sin esperar nada a cambio, efectivamente no te llega nada a cambio, tienes que estar orgulloso de haber ayudado a alguien en un episodio de su vida, entonces decides si quieres continuar a su lado o no; pero si recibes algo a cambio, sin tu esperar nada, te llena mucho, si alguien te entrega un trozo de su corazón, es como si tapara tres trozos vacios del tuyo. Vale mucho, muchísimo más ser buena persona y aprender, que no ser mala persona y no aportar nada a nadie; yo, en mi caso, si no ayudara a nadie o no fuera como soy, me sentiría estúpida, inservible. Si no ayudas a nadie, si no aportas nada a nadie, ¿Para qué estás aquí?, ¿Porqué existes, si no aportas nada?.

Para terminar, quisiera compartir dos frases que marcan mi día a día y siempre tengo presentes: Nunca esperes que la vida te trate bien por ser buena persona, normalmente pasa todo lo contrario. Ser buena persona para que se note tu ausencia, no tu presencia.

Mar Pons.